La
doctrina que cristo Jesús fundó sobre el Apóstol Pedro es universal (sin
límites ni exclusiones). Así como el sol nos alumbra a todos (a justos y
pecadores), la unción del Espíritu Santo también está disponible para todos y
cada uno de nosotros (adultos o niños). Como se confirma en el libro de los Hechos de los Apóstoles (Cap. 10, Vers. 34): “Entonces Pedro tomó la palabra y dijo:
«Verdaderamente reconozco que Dios no
hace diferencia entre las personas.”
Nuestro
primer papa (Simón Pedro) vuelve a exclamar, en el libro de los Hechos de los Apóstoles (Cap. 10, Vers. 47 y 48): “Entonces Pedro dijo: « ¿Podemos acaso
negarles el agua y no bautizar a quienes
han recibido el Espíritu Santo como nosotros?» Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Luego le pidieron
que se quedara algunos días con ellos.”
Aquí
resaltamos la frase donde mandó a bautizar en
nombre de Jesucristo porque éste instauró su propio ritual, el que utiliza
su iglesia para la purificación espiritual y que comprobaremos con la misma
biblia. Este bautismo no viene de viejos pactos, ni de Juan Bautista, viene del
propio Jesús.
Los
cristianos vivimos bajo un pacto nuevo que trasciende desde Jesucristo hasta el
fin del mundo. Veamos el evangelio de San Lucas
(Cap.
16, Vers. 16): “La época de la Ley y de los Profetas se cerró con
Juan. Desde entonces se está proclamando el Reino de Dios, y cada cual se
esfuerza por conquistarlo.”
Los bautismos de
Juan y de Jesús eran diferentes
Es muy fácil decir que actuamos de
acuerdo a lo que dice la biblia, cuando ni siquiera la sabemos interpretar, y
vivimos sumergidos en un evangelio totalmente errado.
Veamos
como ordenó Jesús que se enseñara su doctrina y cómo ordenó su rito bautismal,
en el evangelio de San Juan (Cap.
28, Vers. 18 al 20): Jesús se acercó y les habló así: «Me ha sido dada toda autoridad en el Cielo y en la tierra.
Vayan,
pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el
Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he
encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la
historia.»
Jesús
no dijo hagan que todos los pueblos adultos sean mis discípulos, él dijo
bien claro “hagan que todos los pueblos sean mis discípulos”.
Hay
sectas que sugieren que sólo debe bautizarse a gente adulta (con suficiente
conciencia para arrepentirse a Dios) pero desde el tiempo de los apóstoles
vemos como se bautizaban familias enteras (grandes y chicos) sólo porque la
cabeza de la casa creía en el señor Jesucristo como su salvador.
Así
se puede leer en el libro de los Hechos
de los Apóstoles (Cap.
16, Vers. 31 al 34): “Le respondieron: «Ten
fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia.»
Así que le anunciaron la Palabra del Señor a él y a todos los de su casa, y
él, sin más demora, les lavó las heridas y se
bautizó con toda su familia a aquella hora de la noche. Los había llevado a su
casa; allí preparó la mesa e hicieron fiesta con todos los suyos por haber
creído en Dios.”
El
carcelero se bautizó junto a su familia a altas
horas de la noche y en su casa. Me preguntó ¿Cómo los bautizaron (a todos)
si por su casa no pasaba rio alguno? ¿Dónde los sumergieron a todos?
Pero
lo más interesante es que las discusiones sobre la purificación espiritual vienen
desde los mismos tiempos de Jesús.
En
el evangelio de San Juan (Cap.
3, Vers. 25 al 30) tenemos una interesante discusión y posterior
desespero de los discípulos de Juan Bautista:
“Un día los discípulos de Juan tuvieron una discusión con un judío sobre la
purificación espiritual. Fueron donde Juan y le dijeron: «Maestro, el que estaba contigo al otro lado del
Jordán, y en cuyo favor tú hablaste, está
ahora bautizando y todos se van a él.»
Juan respondió: «Nadie puede atribuirse más de lo que el
Cielo le quiere dar. Ustedes mismos son testigos de que yo dije: Yo no soy
el Mesías, sino el que ha sido enviado delante de él.
Es el novio quien tiene a la novia;
el amigo del novio está a su lado y hace lo que él le dice y se alegra con sólo
oír la voz del novio. Por eso me alegro sin reservas.
Es
necesario que él crezca y que yo disminuya.
Aquí
Juan estaba aceptando que su ritual bautismal debía disminuir para que el de
Jesús creciera, él estaba aceptando que su liderazgo debía dar paso al de
Jesús.
Y
para los que no se convencieron con esta cita bíblica, les tengo otra que
distingue claramente que el bautismo de
Juan y el de Jesús no eran el mismo.
Veamos
en el libro de los Hechos de los
Apóstoles (Cap. 18, Vers. 24 y 25): “Un
judío llamado Apolo, natural de Alejandría, había llegado a Efeso. Era un
orador elocuente y muy entendido en las Escrituras. Le habían enseñado algo del
camino del Señor, y hablaba con mucho entusiasmo. Enseñaba en forma acertada lo
referente a Jesús, aunque sólo se había
quedado con el bautismo de Juan.
Apolo
estaba bien en todo, sólo que se había quedado con el ritual bautismal no
cristiano (el de Juan). Aquí esto queda bien claro.
El
propio Juan Bautista había anunciado sobre la nueva forma de bautismo que Jesús
introduciría entre sus seguidores o discípulos. Esto podemos leerlo en el
evangelio de San Juan (Cap.
1, Vers. 33): “Yo no lo conocía, pero Aquel que me envió a bautizar con agua, me
dijo también: Verás al Espíritu bajar sobre aquél que ha de bautizar con el Espíritu Santo, y se quedará en él.”
En la biblia no se impide
el bautismo a los niños
Anterior al bautismo, el ritual de
costumbre era la circuncisión impuesta por la alianza de Dios con Abraham.
Véase el libro del Génesis (Cap. 17, Vers. 12): “En
adelante y para siempre, todo varón
entre ustedes deberá ser circuncidado a los ocho días después de su nacimiento,
tanto el nacido en tu casa, como el extranjero que haya sido comprado como
esclavo.”
Durante
la circuncisión, a los 8 días de nacido todo varón, se debía poner el nombre al
niño (esta parte coincide con el bautismo católico). Juan el Bautista y Jesús pasaron
por este ritual como puede verse en el evangelio de San Lucas (Cap. 1, Vers. 59 y 60): “Al octavo día vinieron para cumplir con el
niño el rito de la circuncisión, y
querían ponerle por nombre Zacarías, por llamarse así su padre. Pero la madre dijo: «No, se llamará Juan.»”
Ya
vimos la cita que comprende la circuncisión de Juan Bautista, ahora veremos la
circuncisión de Jesús en el evangelio de San Lucas (Cap. 2, Vers. 21): “Cumplidos los ocho días, circuncidaron al
niño y le pusieron el nombre de Jesús, nombre que había indicado el ángel antes de que su madre
quedara embarazada.”
Como podemos ver, tanto Jesús como Juan Bautista participaron en un ritual cuando aún
carecían de razonamiento para tomar decisiones propias (a los 8 días de
nacidos).
Hay
personas que sostienen la errada idea de que los niños no deben ser bautizados
porque no tienen capacidad para elegir y tomar decisiones propias. Pero yo les
pregunto ¿Es que pretenden dejar fuera del bautismo a los que nacen con alguna
discapacidad cerebral?
En
el libro de los Hechos de los Apóstoles
(Cap.
10, Vers. 47), Pedro, a raíz de que algunos judíos se oponían a que
otros pueblos recibieran el don del Espíritu Santo, sostuvo lo siguiente: “Entonces
Pedro dijo: « ¿Podemos acaso negarles el
agua y no bautizar a quienes han recibido el Espíritu Santo como nosotros?»”
También
el propio Jesús, cuando sus discípulos reprendían a los niños, se expresó al
respecto. Veamos en el evangelio de San Marcos
(Cap.
10, Vers. 14): Jesús, al ver
esto, se indignó y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí y no se lo
impidan, porque el Reino de Dios
pertenece a los que son como ellos.
¿Cómo
podemos dejar que los niños vayan a Jesús si les impedimos el bautismo? Para los cristianos católicos, esa es la
introducción al cristianismo, por ahí se inicia el camino de nuestra Fe.
La
biblia también habla sobre el reemplazo de la circuncisión por el bautismo de
Jesús, veamos lo que dice el Apóstol Pablo en su carta a los colosenses (Cap. 2, Vers. 11 y 12): “En
Cristo recibieron una circuncisión no humana, no quirúrgica, que los despojó
enteramente del cuerpo carnal. Esta
«circuncisión de Cristo» es el bautismo, en el cual fueron sepultados con
Cristo. Y en él fueron luego resucitados por haber creído en el poder de Dios
que lo resucitó de entre los muertos.”
Y
es que hasta el propio Juan Bautista había anunciado que, después de él, vendría
uno que bautizaría con el Espíritu Santo.
Juan
distinguió su ritual bautismal del ritual que Jesús iba a instaurar, como se
puede leer en el evangelio de San Lucas (Cap.
3, Vers. 16): “por lo que Juan hizo a todos
esta declaración: «Yo les bautizo con
agua, pero está por llegar uno con
más poder que yo, y yo no soy digno de desatar las correas de su sandalia. El los bautizará con el Espíritu Santo y el
fuego.”
¿Y Para que bautizaba Juan? Él mismo lo responde en el evangelio de San Juan (Cap. 1, Vers. 31): “Yo no lo conocía, pero mi
bautismo con agua y mi venida misma eran para él, para que se diera a conocer a
Israel.»”
Observe que Juan dijo que su bautismo y su venida
misma “eran” para Jesús darse a conocer a Israel. La palabra “eran” indica que ya ha caducado su
bautismo.
Por otro lado, ¿Qué puede perder un padre al bautizar a un
infante suyo? Es como si dijéramos que yo no necesito bañar a mi bebé porque
está limpio, pero preguntemos ¿Qué se pierde al bañarlo?
Si vamos a rechazar las cosas porque la biblia las contenga o
no, entonces vamos a preguntarnos ¿Dónde menciona la biblia que a los niños no
se les debe bautizar? De hecho, hay muchos más indicios bíblicos de que sí se
pueden bautizar los niños, y muchas menos pruebas, de que no se deban bautizar.
El ritual bautismal utilizado por la iglesia católica y
apostólica implica un compromiso asumido entre padres y padrinos para que el
infante (niño o niña) sea introducido y encaminado al cristianismo. De no
cumplir con esta tarea, tanto padres como padrinos (y sólo ellos) tendrán que
responder ante Dios por su pecado de omisión. El bautismo de bebés no les
quita la libertad, ya que más tarde podrán aceptar o rechazar la fe.
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