Las
objeciones contra la Santísima Virgen María provienen de algunas recientes tendencias
fundamentalistas “cristianas”. Principalmente los “Evangélicos”, los cuales (bajo
el pretexto de honrar a Jesús) tratan de minimizar el culto a la virgen, como
si la gloria de la Madre fuera en detrimento de la gloria del hijo, y no
necesariamente es así.
Así como Jesús y Dios permanecen unidos como
uno solo, también cada justo (o santo) ha de formar unidad con Jesús y, a la
vez con Dios. Esto lo encontramos en el evangelio de San Juan (Cap. 17, Vers. 21 al
23): “Que todos sean uno como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros,
para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la Gloria que tú me diste, para
que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Así
alcanzarán la perfección en la unidad, y el mundo conocerá que tú me has
enviado y que yo los he amado a ellos como tú me amas a mí.”
Habiendo
leído la cita anterior podemos preguntarnos ¿No ha de estar Jesús en su madre como el Padre está en él? Al
glorificar al hijo, glorificamos al padre porque (como dijo Jesús) ambos son
uno mismo. Pero el propio Jesús afirma haberle dado a los Justos (o santos) la
gloria que el padre le había dado a él; entonces venerando a maría (que es
santa por lo que dice la biblia en Apocalipsis 20: 4 al 6) estamos también
glorificando a su hijo Jesús y al Padre Dios.
Lo cierto es
que los primeros protestantes (Lutero, Calvino y Zwingli) reconocían verdades
que los fundamentalistas rechazan: María fue reconocida como madre de Dios y siempre
Virgen. Adicionalmente, los fundamentalistas rechazan la Inmaculada Concepción
y la Asunción, basados en que estos dogmas de la Iglesia Católica no aparecen
en la Biblia, pero veamos lo que se revela en este capítulo.
María,
la madre de Dios hijo…
En el diccionario encontramos que
"madre" es la mujer que engendra. Se dice que es madre del que ella engendró. Si aceptamos que María
es madre de Jesús y que Él es Dios, entonces María es madre de Dios. Así lo manifiesta Isabel en el evangelio de
San Lucas (Cap. 1, Vers. 42): ¿Cómo
he merecido yo que venga a mí la
madre de mi Señor?
No se debe confundir entre el tiempo y la
eternidad. María, obviamente, no fue madre del hijo eternamente, ella comienza
a ser madre de Dios cuando el hijo eterno quiso entrar en el tiempo y hacerse
hombre como nosotros. Para hacerse hombre, Dios quiso tener madre.
Veamos la carta a los Gálatas (Cap. 4, Vers. 4): “Pero, cuando llegó la plenitud de los tiempos,
Dios envió a su hijo, que nació de mujer
y fue sometido a la Ley” Que importante esta última parte que nos dice
que Jesús fue sometido a la Ley, porque la misma Ley mosaica (en su cuarto
mandamiento) sostenía que el hijo debía honrar al padre y a la madre. ¿A caso Jesús, sometido a la ley contemporánea y siendo perfecto, no honró a su madre María?
La biblia sostiene que maría es la madre de Dios
hijo. Veamos el evangelio de San Juan
(Cap. 3, Vers. 25): “Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre,
con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala.”
Dios se hizo hombre sin dejar de ser Dios, por
ende María es madre de Jesús, Dios y
hombre verdadero.
¿Cómo
sabemos que Jesús es Dios? El evangelio de San Juan (Cap. 1, Vers. 1 y 2) es la clave para descifrar este misterio: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba ante Dios, y la Palabra
era Dios. Ella estaba ante Dios en el principio.”
Ahora leamos
el mismo evangelio de San Juan (Cap. 1, Vers. 14): “Y la palabra se hizo carne, puso su tienda entre nosotros, y hemos visto su gloria: la gloria que recibe del padre el hijo único,
en él todo era don amoroso y verdad.”
Aquí vemos como
Juan nos dice que la palabra era Dios y, posteriormente nos dice, que la
palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Él explica como Jesús es Dios y
se hizo hombre.
En el
evangelio de San Juan (Cap.
20, Vers. 28 y 29): “Tomás
exclamó: «Tú eres mi Señor y mi Dios.
Jesús replicó: «Crees porque me has visto. ¡Felices los
que creen sin haber visto!»”
La similitud entre
María y el arca de Alianza
Los autores de la Biblia emplearon
más de veinte expresiones diferentes para referirse al Arca, siendo las más
comunes: “el arca del pacto”, “el arca del testimonio”;
expresiones que no son privativas de ningún escritor en particular y que
se usan indistintamente. También es conocida como “Arca de la Alianza”, o “Arca del Convenio”, nombrada también como “Arca
de Yahveh”.
Dios dio instrucciones a Moisés en
el libro del Éxodo (Cap. 25, Vers. 10 y 11) para la
construcción del Arca del Pacto, del Testimonio o de Alianza: “Harás
un Arca de madera de acacia, de dos codos y medio de largo, codo y medio de
ancho y otro codo y medio de alto. La
revestirás de oro fino por dentro y por fuera y labrarás una cornisa de oro
alrededor.”
Veamos cómo se le llama al Arca de Alianza en el
libro de Números (Cap. 4, Vers. 5): “Cuando
se levante el campamento, Aarón y sus hijos descolgarán la cortina y cubrirán
con ella el Arca del Testimonio.”
Leamos Josué
(Cap.
3, Ver. 6): “Y Josué ordenó a los
sacerdotes: «Tomen el Arca de la Alianza
y atraviesen el río a la cabeza del pueblo.»”
El Arca de alianza también es nombrada en el nuevo
testamento, en la carta a los Hebreos
(Cap.
9, Vers. 4): “donde está el altar de oro de los perfumes y el arca de la alianza, enteramente
cubierta de oro. El arca contenía un
vaso de oro con el maná, la vara de Aarón que había florecido y las tablas de
la Ley.”
Como vimos en la última frase, el Arca contenía las tablas de
la Ley, en otros términos llevaba la
palabra de Dios dentro de sí.
Cuando leímos que la palabra se hizo carne, la biblia se
refería a que Dios se había hecho hombre en Jesús. Entonces preguntemos ¿Dónde
depositó Dios la palabra hecha carne? En la virgen María.
Veamos en el evangelio de San Lucas (Cap. 1, Vers. 30 y 31): “Pero
el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un
hijo, al que pondrás el nombre de Jesús.”
En Apocalipsis (Cap.
11, Vers. 19) aparece el Arca de la nueva alianza: “Entonces se abrió el Santuario de Dios en el Cielo y pudo verse el arca de la Alianza de Dios dentro del Santuario. Se
produjeron relámpagos, fragor y truenos, un terremoto y una fuerte granizada.” Este es el último versículo del
capítulo 11 del libro de Apocalipsis.
¿Quién
representa al Arca de Alianza en la revelación de Juan? Una mujer es el Arca de la nueva alianza, si continuamos la secuencia en
Apocalipsis (Cap. 12, Vers. 1 al 3, 5, 9 y 17):
“Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies
y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
Está embarazada y grita de dolor,
porque le ha llegado la hora de dar a luz. Apareció también otra señal: un
enorme dragón rojo con siete cabezas y diez cuernos, y en las cabezas siete
coronas
Y la mujer dio a luz un hijo varón, el que ha de gobernar a todas las naciones
con vara de hierro; pero su hijo fue arrebatado y llevado ante Dios y su
trono
El dragón grande, la antigua serpiente, conocida como el Demonio o Satanás, fue
expulsado; el seductor del mundo entero fue arrojado a la tierra y sus ángeles
con él.
Entonces el dragón se enfureció contra la mujer y se fue a hacer
la guerra al resto de sus hijos, es decir, a los que observan los mandamientos de Dios y guardan el mensaje de
Jesús.”
Para
descifrar el Arca de la nueva Alianza sólo bastaba con saber que Jesús es la
palabra hecha carne y que el Arca de Alianza de Moisés contenía en su interior
las tablas de la Ley (la palabra de Dios). Entonces, la mujer que llevó en su
vientre a Jesús (la palabra hecha carne) fue la virgen María, por lo que
concluimos diciendo ella es el Arca de la nueva Alianza.
He
aquí algunas comparaciones del Nuevo Testamento con el Antiguo Testamento que
aclaran nuestro entendimiento sobre quién realmente es la Nueva Arca de la
Alianza:
Evangelio
de San Lucas (Cap. 1, Vers. 39): "En aquellos días, María se levantó y fue apresuradamente a la montaña, a una ciudad
de Judá".
2ª de Samuel (Cap. 6, Vers. 2): "Y levantándose David, con todo el pueblo
que lo acompañaba, se puso en marcha desde Baalé-Judá, para traerse de allí el Arca de Dios, sobre la cual es
invocado el nombre de Yahvé de los Ejércitos, sentado sobre los
querubines".
Es
posible que fuera el mismo pueblo en la montaña al que María fue para visitar a
Isabel.
Lucas (Cap. 1, Vers. 40): “María se quedó unos tres meses con Isabel, y después
volvió a su casa.”
2ª de Samuel (Cap. 6, Vers. 10 y 11):
“Y no quiso llevar consigo el Arca a la ciudad de
David, sino que la hizo transportar a casa de Obededom de Gat. Allí permaneció tres meses y Yavé bendijo a
Obededom y a toda su familia.
Tanto
María como el arca de alianza permanecieron tres meses en lugares en que ambas fueron veneradas.
Lucas (Cap. 1, Vers. 42): “y exclamó en alta voz: «¡Bendita tú eres entre
las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”
La
palabra griega "anafoneo" (anaphoneo), es la usada en Lucas 1:42, ya
que Isabel exclamó en alta voz. Es
significante porque ésta es la única vez
que esta palabra griega es usada en el Nuevo Testamento. Esta palabra aparece
algunas veces en el Antiguo Testamento griego (Septuaginta o LXX) describiendo a los levitas cuando alababan
a Dios frente al Arca de la Alianza. También aquí es interesante observar
que Isabel era la esposa de Zacarías, un sacerdote levita (Lucas 1:5), y puesto
que se acostumbraba el matrimonio entre los miembros de la misma tribu, ella debió
haber sido también levita.
Lucas (Cap. 1, Vers. 43): “Y ¿de dónde me viene, que la
madre de mi Señor venga a mí?”
Esta
expresión de Isabel denota que ella se siente privilegiada de tener algo tan sagrado (la madre del mesías) en su
casa, tal como le sucedió a David con el Arca de Alianza.
Veamos
en 2ª de Samuel (Cap. 6, Vers. 9): “Y
David tuvo temor de Yahvé en aquél día y dijo: « ¿Cómo he de traer a mí el Arca de Dios? »”.
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