Hay
personas que interpretan la biblia según les convenga, para autoengañarse a sí
mismas. Sólo aprueban algo cuando la biblia ordena “textualmente” que se haga
tal cosa, pero ¿Qué hacemos con aquello que la biblia ni ordena ni condena que
se haga?
Hay esperanzas para
los que parten de este mundo
Las Homilías de Difuntos del Ritual de Exequias son muy
cuestionadas por sectas “cristianas” ya que según éstas, nada se puede hacer
por el que ha partido de este mundo. Eso sólo puede pensarlo un cristiano vano
y sin fe, pues Jesús dice que Dios nos concederá TODO lo que le pidamos en su nombre. En el primer capítulo ya
habíamos hablado sobre las maravillas que suceden cuando oramos con Fe.
Véase la carta de Santiago (Cap. 5, Vers. 17): “Elías era hombre y
mortal como nosotros, pero cuando rogó insistentemente para que no lloviese en
el país, no llovió durante tres años y medio;”
Veamos lo que dice Jesús en el
evangelio de San Juan (Cap.
16, Vers. 24): “Cuando llegue
ese día ya no tendrán que preguntarme nada. En verdad les digo que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, se
lo concederá. Hasta ahora no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, así conocerán el gozo completo.”
Si aun así, eres de los que piensan que a los
difuntos, que parten con ciertas cuentas que dar a Dios, no les valen las
oraciones con fe, Véase el libro de Sabiduría (Cap. 3, Vers. 1 al 5): “Las almas de los justos están en las manos
de Dios y ningún tormento podrá alcanzarlos.
A
los ojos de los insensatos están bien muertos y su partida parece una derrota. Nos abandonaron: parece que nada quedó de
ellos. Pero, en realidad, entraron en la paz.
Aunque los hombres hayan visto en
eso un castigo, allí estaba la vida inmortal para sostener su esperanza: después de una corta prueba recibirán
grandes recompensas. Sí, Dios los
puso a prueba y los encontró dignos de él.”
La
frase que sostiene que “después de una
corta prueba recibirán grandes recompensas” se refiere a que Dios tiene
misericordia del que muere en pecado pero que sus obras en vida prueban que
merece la oportunidad de alcanzar misericordia y gozar del reino eterno al
llegar su hora de juicio (pero debe limpiar su alma antes de encontrarse con
Dios cara a cara).
Aunque
los cristianos debemos apegarnos al nuevo testamento para evangelizar al mundo,
cabe citar el libro 2º de Macabeos (Cap.
12, Vers. 44): “pues si no hubieran creído que los compañeros caídos iban a resucitar, habría sido cosa inútil y estúpida orar por
ellos.”
Aquí vemos que lo importante no es orar por los difuntos sino
orar con Fe. Véase la 1ª carta a los
corintios (Cap. 15, Vers. 32 y 33): “Si no hay más que esta existencia, ¿de qué me sirve haber luchado contra leones
en Efeso? Si los muertos no resucitan,
comamos y bebamos, que mañana moriremos.
No
se dejen engañar: las doctrinas malas corrompen las buenas conductas.”
El
Apóstol Pablo no reprochaba este tipo de conducta humana, en cambio, oró por un
difunto (Onesíforo) y la familia de éste en la 2ª Carta a Tito (Cap. 1, Vers. 16): “Que el Señor
bendiga a la familia de Onesíforo,
pues a menudo vino a confortarme y no se
avergonzó de mis cadenas. Apenas llegó a Roma, se puso a buscarme hasta que
me encontró. El Señor le conceda que
alcance misericordia ante el Señor aquel día; tú conoces mejor que nadie
los servicios que me prestó en Efeso.”
El
mismo Apóstol Pablo ordena la tan criticada colecta para los santos (cristianos
que han partido de este mundo), leamos la 1ª
carta a los Corintios (Cap.
16, Vers. 1 y 2): “Respecto a la
colecta en favor de los santos, sigan también ustedes las normas que di a las Iglesias de Galacia. Cada domingo, cada uno de ustedes ponga aparte lo que pueda, y no
esperen a que yo llegue para recoger las limosnas.” Pablo hablaba de una
colecta los domingos según cada uno pudiera (Nada parecido a un diezmo).
El purgatorio
(lugar donde el alma se limpia de manchas)
Si
los justos o santos pasan directamente a la primera resurrección (entran a la
vida eterna sin pasar por pruebas), como hemos visto
en Apocalipsis (Cap. 20, Vers. 4 y 5): Esta es la primera resurrección. “El resto de
los muertos no volvieron a la vida hasta que se cumplieron los mil años.
¡Feliz y santo es el que participa en la primera
resurrección! La segunda muerte ya no tiene poder sobre ellos:
serán sacerdotes de Dios y de su Mesías y reinarán con él mil años.”
¿Quiénes son los que han de pasar
por esa corta prueba (en la segunda resurrección)? Mi
creencia es que deben ser aquellos que han partido de este mundo con ciertas
manchas de pecado, pero que alcanzan misericordia ante Dios para purificar su
alma y así entrar al reino celestial.
Sabemos
que somos humanos y que las tentaciones están por doquier. Errar es de humanos
y, por ende, alguien que toda la vida ha sido temeroso de Dios puede morir en
un momento de debilidad e irse de este mundo con el alma manchada. ¿A caso la misericordia de Dios no alcanzará
para perdonar a ese hijo que fue sorprendido en pecado, en su último instante
de vida?
Véase
la 1ª carta a los corintios (Cap. 3, Vers. 13 al 15): “Un día se
verá el trabajo de cada uno. Se hará público en el día del juicio, cuando todo sea probado por el fuego. El fuego, pues, probará la obra de cada uno.
Si lo que has construido resiste al fuego, serás premiado. Pero si la obra se
convierte en cenizas, el obrero tendrá que pagar. Se salvará, pero no sin pasar por el fuego.”
¿Qué
quiere decir que se salvará PERO NO SIN
PASAR POR EL FUEGO? Aquí queda claro que hay quienes se salvan sin pasar por el fuego, los que gozan de la
primera resurrección, mientras los que pasan por el fuego y logran
purificar su alma, gozarán de la segunda resurrección.
En el evangelio
de San Mateo (Cap. 12, Vers. 31 y 32) Jesús
dijo: “Por eso
yo les digo: Se perdonará a los hombres
cualquier pecado y cualquier insulto contra Dios. Pero calumniar al Espíritu Santo es cosa que no tendrá perdón. Al que
calumnie al Hijo del Hombre se le perdonará; pero al que calumnie al Espíritu Santo, no se le perdonará, ni en este
mundo, ni en el otro.”
¿A qué se refirió Jesús cuando dijo “no
se le perdonará, ni en este mundo, ni en el otro” ? A
mi entender quiso decir que no tendrá perdón, ni en vida ni en muerte.
Al que se le perdona en este mundo, irá a la primera resurrección,
al que se le perdona en el otro mundo (después de muerto) irá a la segunda
resurrección.
Para entrar en la segunda resurrección es necesario pasar por un
lugar donde el alma sea purificada puesto que en la gloria de Dios, nada
manchado puede entrar. Esto lo encontramos en el libro de Apocalipsis (Cap. 21, Vers.
27): “Nada manchado entrará en ella, ni los que
cometen maldad y mentira, sino solamente los inscritos en el libro de la vida del
Cordero.”
Veamos la 2ª Carta de
Pedro (Cap. 3, Vers. 24): “Al Dios único que puede preservarlos de todo
pecado y presentarlos alegres y sin mancha ante su propia Gloria;”
En el evangelio de San Mateo (Cap. 12, Vers. 36 y 37) Jesús dijo: “Yo les digo que, en el día del
juicio, los hombres tendrán que dar
cuenta hasta de lo dicho que no podían justificar. Tus propias palabras te
justificarán, y son tus palabras también
las que te harán condenar.»”
Jesús
comprobó en la biblia, la concepción de un purgatorio cuando hizo la historia
de Lázaro y el rico. Veamos el evangelio de San Lucas (Cap. 16, Vers. 19 al 31): “Había un hombre rico que se vestía con
ropa finísima y comía regiamente todos los días. Había también un pobre,
llamado Lázaro, todo cubierto de llagas, que estaba tendido a la puerta del
rico. Hubiera deseado saciarse con lo que caía de la mesa del rico, y hasta los
perros venían a lamerle las llagas.
Pues bien, murió el pobre y fue llevado por los ángeles al cielo junto a Abraham.
También murió el rico, y lo sepultaron. Estando
en el infierno, en medio de los tormentos, el rico levantó los ojos y vio a lo
lejos a Abraham y a Lázaro con él en su regazo.
Entonces gritó: «Padre Abraham, ten
piedad de mí, y manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me
refresque la lengua, porque me atormentan estas llamas.»
Abraham le respondió: «Hijo, recuerda que tú recibiste tus bienes
durante la vida, mientras que Lázaro recibió males. Ahora él encuentra aquí
consuelo y tú, en cambio, tormentos. Además, mira que hay un abismo tremendo entre ustedes y nosotros, y los que quieran cruzar desde aquí hasta
ustedes no podrían hacerlo, ni tampoco lo podrían hacer del lado de ustedes al
nuestro.»
El otro replicó: «Entonces te
ruego, padre Abraham, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, a mis cinco
hermanos: que vaya a darles su testimonio para que no vengan también ellos a
parar a este lugar de tormento.»
Abraham le contestó: «Tienen a
Moisés y a los profetas; que los escuchen.»
El rico insistió: «No lo harán, padre
Abraham; pero si alguno de entre los muertos fuera donde ellos, se
arrepentirían.»
Abraham le replicó: «Si no escuchan
a Moisés y a los profetas, aunque resucite uno de entre los muertos, no se
convencerán.»”
Analicemos
la frase que Jesús cita de Abraham: hay un abismo tremendo entre ustedes y
nosotros, y los que quieran cruzar desde aquí hasta ustedes no podrían hacerlo,
ni tampoco lo podrían hacer del lado de ustedes al nuestro. Aquí queda claro que entre la gloria de Dios
y el infierno existe un gran abismo, pero también se demuestra que nadie puede
cruzar del infierno a la gloria de Dios.
¿A
qué conclusión llegamos? Si hay personas que pasan directamente a la primera
resurrección (de la vida, a la gloria de Dios), otras pasan a la segunda
resurrección (de la muerte, a la gloria de Dios) y otras pasan directamente al
infierno (como el rico) ¿Dónde se ubican
las personas de la segunda resurrección, si al reino celestial nada
manchado puede entrar y no se puede cruzar desde el infierno hacia la gloria de
Dios? La respuesta lógica es que se encuentran en el purgatorio limpiando sus respectivas almas (pasando por la
prueba final).
Aunque
algunos alegan que el purgatorio no existe porque la palabra en sí no aparece
en la biblia, hay palabras como, por ejemplo: Celular, computadora, avión,
entre otras que no se encuentran en la biblia pero que sí existen en el mundo
real y son muy utilizadas por la humanidad en sentido general.
La
palabra purgatorio se deriva del concepto mismo de la purificación o limpieza
del alma del difunto que ha de pagar hasta el último de sus pecados veniales
para poder disfrutar del reino celestial.
El tiempo
que un alma ha de durar en el purgatorio no está definido por un número dado,
el mismo Jesús condicionó la duración: Hasta
que se pague toda la deuda. Cuando el difunto paga su deuda completa pasa
del purgatorio hacia la gloria de Dios.
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